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Héctor López Coronel, coordinador del equipo de paramédicos de la Universidad Autónoma de Chihuahua, compartió su experiencia sobre esta labor que combina compromiso, vocación y preparación constante.
Para López Coronel, lo más gratificante de ser paramédico es poder ayudar a las personas en cualquier situación, ya sea una emergencia o contingencia, brindando un servicio de calidad y la mejor atención posible.
Comentó que los casos que más atienden dentro de la universidad son crisis de ansiedad y cuadros de depresión, situaciones que, afirmó, se han vuelto más frecuentes entre los jóvenes debido al estrés académico o problemas personales.
Respecto a la intervención más difícil que ha enfrentado, recordó los choques vehiculares en zonas aledañas a la universidad, donde trabajan en coordinación con el Centro Regulador de Urgencias Médicas (CRUM) para atender cualquier tipo de emergencia.
El equipo de paramédicos de la UACH cuenta con una unidad equipada conforme a la Norma Oficial Mexicana 064, que regula los requisitos para operar una ambulancia. Además, mantienen coordinación permanente con guardias de seguridad de la Universidad y con instituciones de salud como el CRUM, mediante sistemas de radio que permiten una respuesta oportuna.
Sobre los protocolos que siguen para garantizar una atención eficaz y segura, López Coronel explicó que el primer paso es la autoprotección para evitar convertirse en una segunda víctima. A partir de ahí, aplican sus conocimientos y habilidades para atender a los pacientes de forma profesional.
Añadió que, antes de iniciar cada turno, revisan a detalle la unidad: niveles de aceite, estado de las llantas, medicamentos y material médico, para asegurar que todo esté en óptimas condiciones y no falte nada en caso de una emergencia.
Finalmente, destacó que la mayor enseñanza que le ha dejado esta profesión es la importancia de la humanidad: “Se necesita mucha para poder brindar una buena atención y dar siempre lo mejor de uno mismo”, concluyó.
